lunes, 23 de abril de 2018

Las mieles del debutante



Las mieles del debutante


Una historia de mi primer Maratón, por Blanca Cabrerizo


El año pasado, justo después del segundo Medio Maratón de Madrid me quede con ganas de más y pensé que lo mismo esto de hacer un Maratón no era tan mala idea. Además quería hacerlo en la cuidad que me vio nacer, Madrid, no quería hacerlo en ningún otro sitio.




Meses de preparación acompañados de frío, lluvia, viento, parón de un mes en diciembre por problemas de salud y sobretodo muchas dudas. Dudas sobre si podría conseguirlo y aguantar tantos km corriendo y de si mi mente sería capaz de soportarlo.


Por fin llegó el día y a las 7 de la mañana Mariano, Ismael y yo vamos camino de Madrid. A todo esto Isma decidió que la hacía entera el viernes, así como el que no quiere la cosa. Aparcamos, nos tomamos un café intentando calmar los nervios, que en mi caso eran más que evidentes, y nos vamos andando tranquilamente hacia la salida. Nos hacemos las fotos de rigor, disfrutamos del ambiente tan espectacular que hay y nos dirigimos a los cajones. Como es costumbre acabamos 3 cajones por delante del nuestro, eso de quedarnos en el que nos corresponde no va con nosotros.

Suena el disparo de salida, le deseamos suerte a Mariano y acompañada de Ismael empezamos a correr dirección Plaza de Castilla, cuesta arriba como es costumbre en Madrid. Sabíamos que teníamos un gran reto por delante que queríamos terminar así que el objetivo era mantener un ritmo constante y más con la montaña rusa de cuestas que es Madrid.
Al llegar a Bravo Murillo veo a mi tío en la terraza de su casa y le saludo, otra tradición más. Pasan los kms y nos vamos encontrando muy, muy bien tanto, que el medio maratón llega sin apenas darnos cuenta. Mucho calor (aun con pronóstico de día nublado), pero el agua y las sales nos van haciendo el recorrido llevadero.
En el kilómetro 23 y después de pasar por el Palacio Real nos esperaban Verónica y mi padre para darnos un abrazo y algo de hidratación, fue todo un subidón verlos y que nos diesen ánimos. Subimos por la calle Ferraz dejando el templo de Debod a la izquierda y de ahí giramos hacia la izquierda hasta llegar a la zona de Madrid Río donde nos esperaba mi amiga Mónica (otra gran sorpresa del día) para acompañarnos en los últimos km.
Nos adentramos en la Casa de Campo y justo en el km 31 me vengo un poco abajo y pienso, el puto muro ya está aquí. Ismael me abraza y me pregunta si estoy bien, le respondo entre dientes que bueno, que ahí voy. Pienso que estoy hasta las narices de correr y justo un corredor que iba detrás nuestra expresa con palabras mi pensamiento.
Casi llegando al km 33 empiezo a recuperar el animo y más sabiendo que Laura iba a estar esperándonos en el km 34, por fin la vemos y nos vuelve a pegar el subidón. Nos quedan “sólo” 8kms. Laura y Mónica se convierten en nuestras “asistentes de carrera” y nos van dando agua, sales y todos los ánimos que pueden. Que grandes ambas, gracias por tanto. Sabemos que Mariano ya ha conseguido llegar a la meta y que lo ha hecho en el tiempo que tenía previsto, 3h 22’, todo un crack. Subimos la última cuesta de la Casa de Campo (maldita cuesta) y por fin la dejamos atrás adentrándonos ya en los 5 últimos km de carrera.
 En el km 38 decido que la cuesta que tengo por delante la va a subir Rita la Cantaora y les digo que necesito andar un poco, 38 kms sin parar de correr ya era mucho más de lo que hubiera podido esperar. En ese momento Ismael se para a beber una cerveza y me trae otra a mí para hacer más llevadero el camino.
Laura flipa pero yo le quito hierro al asunto, sabiendo cómo es Isma es algo más que normal así que le digo “bebe Laura que es sin alcohol”. Un poco antes de llegar al km 40 volvemos a trotar ya con la mente puesta en meta. Ismael se para a saludar a un amigo y le perdemos el rastro unos minutos. Me empiezo a preocupar porque quiero entrar en meta con él así que en ese momento Laura me dice que si quiere que le vaya a buscar y le digo que no, que mejor le llame. Y ahí está Laura marcándose un Ana Pi en plena carrera y hablando por teléfono. Ismael le dice que ya nos ve y que está a punto de cogernos. Por fin nos coge.  
Vemos el km 41, miro a Ismael y le digo: amigo, vamos a conseguirlo, vamos a ser maratonianos. Otro subidón de adrenalina. A lo lejos y mientras subimos el Paseo Del Prado lleno de gente hasta los topes animando, está el arco de meta y Laura nos dice, ahí lo tenéis, solo hay uno y es vuestro. Sonreímos, vemos a Vero, a mi padre, a mi prima y a una amiga con pancarta incluida y todos absolutamente flipados de vernos tan contentos y enteros.
 Objetivo conseguido, llegar felices y sonriendo. En la meta, abracé a Ismael y nos echamos a llorar de la emoción. Luego nos abrazamos todos juntos sin poder aguantar las lágrimas y con la satisfacción de haberlo hecho.
La medalla era nuestra 4h y 43’ después. Una de las mejores experiencias de nuestra vida y que nunca olvidaremos.
Gracias a todos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario